La importancia del juego en la niñez

¿Qué lugar tiene el juego en la agenda de los niños? En ocasiones se toma al juego como si fuera parte del tiempo libre, muchas veces perdiendo de vista que es jugando como los más chicos conocen su entorno, aprenden, se vinculan y socializan. El juego es uno de los escenarios principales en la vida de niños.

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Cualquiera que tenga contacto con niños podría afirmar que una de las actividades predilectas de los pequeños es el juego, que ocupa o debería ocupar un lugar central en la vida de los niños. Los chicos destinan gran parte de su día a jugar. Si tomamos la conceptualización que hace Jean Piaget, para que una conducta se considere un juego debe cumplir cinco condiciones: que no busque otro objetivo que no sea la actividad lúdica en sí misma; que lo realice por iniciativa propia, espontáneamente; que el niño lo lleve a cabo por el placer que le genera; que carezca de estructura organizada y dirigida; y que funcione como liberador de conflictos. Hace tiempo que en la clínica encontramos que las actividades en las que confluyen estas cinco cualidades tienen cada vez menos lugar en la vida de los chicos. Cada vez se reduce más el espacio para el juego libre, para el ocio. Esta situación se da de la mano del incremento de actividades extracurriculares que insumen cada vez más tiempo en el que el niño se encuentra realizando actividades pautadas, regladas, dirigidas.


A veces de las cosas simples se dice que son “juego de niños”; sin embargo, es importante no perder de vista que el juego es cosa seria. El juego tiene diversas funciones en el desarrollo de los niños: representa la cultura, el vínculo con pares, la aceptación de reglas, el establecimiento de acuerdos, la puesta en escena de valores y de la personalidad. Se da en un espacio, en un momento, en un tiempo: el tiempo de la infancia. El juego forma parte de la experiencia de los chicos, es uno de los pilares fundamentales de su desarrollo, es parte constitutiva de la subjetividad y como tal resulta insustituible en la vida cotidiana de un niño. Tanto es así que cuando un chico no juega algo no anda bien, es un indicador fundamental en la evaluación clínica de niños. El juego es vital para un desarrollo saludable, armonioso.


¿Qué entendemos por desarrollo? El desarrollo es un patrón de cambio o movimiento progresivo que comienza en la concepción y continúa a lo largo de la vida. No se da de por sí, no es simplemente un producto del paso del tiempo; lejos de ello, en este movimiento confluyen tres procesos que no pueden ni deben tomarse uno independientemente del otro, estos son: crecimiento (incremento de talla, peso y cambios cuantitativos), maduración (cambios cualitativos determinados por nuestro programa genético; aquellos cambios madurativos que no podemos medir), experiencia (las relaciones con el ambiente biológico pero también con el ambiente social, que influyen de manera determinante en la constitución subjetiva). Estos tres procesos interactúan y se entrecruzan de forma tal que el desarrollo se produce de modo único en cada individuo, dando lugar a la singularidad propia de cada sujeto.


Así como el juego es crucial en la vida de los chicos, constituye también una herramienta fundamental para el trabajo terapéutico con ellos, es una puerta de entrada a la subjetividad. A través del juego el niño habla, relata qué le pasa, expone sus malestares, los pone en juego en el vínculo con el terapeuta. Durante el trabajo con niños se abren momentos y modos de intervención que sólo a través del juego se vuelven posibles. Uno de los objetivos propios del trabajo terapéutico consiste en dar lugar a transformaciones a futuro que ayuden al niño y le den las herramientas necesarias para sortear las vicisitudes y obstáculos que presenta el desarrollo.


Un propósito a futuro sería devolver al juego el espacio y tiempo que supo tener cuando la tecnología, la velocidad de la información, la prevalencia de la imagen, entre otras, no inundaban los días de los chicos.

 

Lic. Lucía Gómez

Psicóloga Hospital Materno Infantil de San Isidro

Docente Psicología Evolutiva: Niñez (I), UBA

 

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